Confuso y asustado, un joven cubano abandona subrepticiamente la Isla en "la más frágil de las embarcaciones que había visto en mi vida", y con su pasado desprendiéndose al huir como una serpiente en muda. Temblando de miedo, frío y hambre, nuestro héroe en minúsculas huye de todo y de todos; no sólo del "…remolino cambiante de un país hipertenso…; sino también de una jovencita embarazada, enloquecida de miedo ante un padre comunista, premiada en un coito soñoliento y descolorido tras cuatro horas de espera frente a una posada sucia".
Preñado de ilusiones y prejuicios, y con el fervor de un mahometano enloquecido en su primer viaje a la Meca, el joven de marras llega finalmente a Miami, durante muchos años el centro de su vida, -"… pues todos los cubanos, quiéranlo o no, terminan viviendo en Miami, física o mentalmente (porque) Cuba está en salmuera en Miami con todos sus defectos, virtudes y la prolongada inconsistencia de nuestras lealtades encontradas". Y con ello comienza a desarrollarse una nueva etapa de su existencia en que constantemente contrapone y compara la nueva realidad que libremente abraza con la todavía fuerte presencia del pasado que cree haber dejado atrás, hasta que sin quererlo ni buscarlo las pesadillas regresan.
Y sin proponérselo, descubre en Miami la Cuba que nunca llegó a conocer en la isla, y en particular los misteriosos laberintos de los dioses cubanos ayudado, sin intención proselitista, por uno de los caracteres más sobresalientes de esta historia de personajes bien definidos: Facundo, "ñáñigo de libro y navaja, hijo y nieto de obones, raya'o en Carraguao a los once años", y que ayuda a nuestro amigo a entender su propio país y hasta su propia vida.
Tras pocos meses de dulce placidez en el Miami de sus sueños, los viejos lodos resurgen y queda envuelto en telarañas ajenas, y de forma casi imperceptible los horizontes se achican, las tenazas se ajustan y las pesadillas, disfrazadas, regresan sin llegar a entender completamente todos los engranajes.
Posiblemente nada de lo que haya leído hasta ahora de Cuba lo ha preparado para este viaje metafórico y doblemente real en que realidad y ficción se entrelazan de forma tan apretada que sólo los orichas lo entienden. Y de paso participará en esa forma particular que tienen los cubanos, a ambos lados del Estrecho de la Florida, de vivir la historia, complicándola en staccato creciente hasta el dolor.
[Contraportada del libro. Reseña del editor.]